((Silencio y
miradas perdidas, en la sala no hay
revistas, ni nada para entretenerse))
LULI: Hay que ver
qué sala de espera más sosa, sin
revistas, es como estar a palo seco.
CONSUELO: Es
verdad. Pero es porque es del Seguro. En
las de pago, como en el dentista, las
hay por lo menos de dos o tres semanas
atrás.
TERE:. O están
pasadas de moda o son médicas, de las
que sólo hablan de la especialidad.
Desde luego no es como en la peluquería.
MABEL: Para lo que
se ve, papel satinado del corazón, como
si esas personas fueran el centro del
universo y nosotras sus satélites
alrededor.
LULI: A mí me
encanta ver esas casotas con ese
estilazo impecable.
CONSUELO: Paraísos
con esas vistas y esos muebles, todo
detalles carísimos y raros, de todas
partes de mundo.
LULI: Y las ellas
derrochando glamur, sentadas al descuido
en cualquier rincón coqueto.
CONSUELO: Con esos
vestidos que compran en Londres en el
Jarrod ese tan famoso, el del padre del
novio de la Leididí.
MABEL: Sí que se
van ustedes lejos, ¿no les basta la
calle Serrano o Princesa, que son
nacionales?
TERE: ¡Con lo
bonita que es la Gran Vía!
CONSUELO: A mí
siempre me quedó el resquemor que en el
viaje de novios en Puerto Banús sólo
pude comprar un vino dulce de Málaga y
unos polvorones. ¡Con tener para el
hostal nos dábamos con un canto en los
dientes!
((De pronto se
hizo el silencio y Pura aprovechó para
suspirar. Todas la miraron))
CONSUELO: ¡Ha
pasado un ángel!
MABEL: La que no
pasa por aquí es la psicóloga.
LULI: ((Se dirige
a Pura, que aún no había hablado)) Está
muy callada.
PURA: ¿Yo? Bueno,
es que tengo un poco de jaqueca, la
verdad.
TERE: Años llevo
yo con una migraña que me desquicia.
CONSUELO: A mí no
sé qué me duele más, si la cabeza o el
bolsillo.
MABEL: ¡Estamos
buenas!
TERE: Precisamente
por eso estamos aquí. ¡Ay! Perdón.
MABEL: Yo no sé
porqué están ustedes en esta sala a las
cinco y cuarto de la tarde, que son ya,
pero para mí el tiempo es oro.
LULI: ¡Anda y para
mí! Que estoy buscando desesperadamente
dónde emplearlo.
PURA: A mí el
tiempo, después de haber salido de casa,
me da igual.
CONSUELO: Yo, como
ya no tengo dónde gastarlo, tanto me da.
TERE: Pues yo
tengo al niño prestado.
CONSUELO: ¡Mira
qué rica! Yo cuando tenía que salir me
las veía negra si mi madre no podía
quedarse con ellos.
TERE: Más rica
sería si me pagasen a mí también esos
cien euros "de ayuda" ((esto lo dice con
tono)) ¡mensuales! que dan a las madres
con niños de menos de tres años que
trabajan fuera de casa, porque las de
dentro somos madres parias de la vida,
ni sueldo, ni prestaciones, ni
jubilación, sólo disgustos.
MABEL: ¿Y sólo eso
es injusto? Injusto es discriminar a
todas las mujeres que no tengan ningún
hijo por las razones que sean y que
también salen a ganarse el pan a la
calle, eso sí que es discriminatorio. O
todas moras o todas cristianas. Las
decisiones procreadoras de cada una no
debe pagarlas el Estado, que se alimenta
de todos.
LULI: Pues el
Estado debería pagarme a mí el desgaste
de mi fe, por lo menos para una velita
virtual de vez en cuando, de esas que
las enciendes mandando un mensaje por el
móvil.
PURA: A mí esos
asuntos no me preocupan... bueno sí,
pero ahora tengo otros problemas. A mí
me da miedo de que no me quieran.
((Todas callaron
muy serias y miraron a Pura, a punto de
echarse a llorar))
MABEL: No digas
eso, mujer, el miedo es un peligro, como
no lo enfrentes con coraje te come, es
cuestión de voluntad vencerlo.
CONSUELO: Pero,
¿por qué nadie te va a querer, muchacha?
((Pura se abraza
las rodillas con la cabeza para abajo))
TERE: Debe ser
porque hay cariños que matan.
LULI: En realidad
el amor es una lotería, eso lo dice
mucha gente.
MABEL: Debe ser.
Pero yo lo veo como una pantalla donde
las mujeres se convierten en una imagen
proyectada el vacío, no hay nada detrás.
CONSUELO: ¡Jesús!
LULI: Como se nota
que tú eres culta, oye.
MABEL: ¿Culta?
Bueno, tengo un amplio conocimiento de
todo tipo de personalidades, desde los
bienpensantes hasta los pringados y
descontentos sociales.
TERE: Pues yo
tengo un primo ecologista que está
obsesionado con el reciclaje, debe ser
que fue objetor de conciencia.
LULI: ¡Me
encantan! Quiero decir que hay que
concienciarse con todo eso de que el
planeta está sufriendo, es muy serio.
MABEL: Si, hay
mucha basura sobre la corteza de la
tierra. ¡Por favor si son las seis!
TERE: Voy a
asomarme a recepción a preguntar a la
señorita. ((Y sale un momento))
LULI: Ya no se
estila decir señorita, ahora somos todas
señoras. Hasta las solteras, porque
nadie tiene que saber las que lo somos,
¿o no?
MABEL: Depende de
como lo mires y quién lo diga. Hay
"señoras" que todavía dicen criada o
chacha en vez de asistenta o empleada de
hogar.
CONSUELO: Pues yo
recuerdo cuando a los señoritos se les
decía señoritos incluso cuando se
casaban. Algunos ni siquiera pasaron por
el señor, ¡ala!, directamente a don. Don
por aquí, don por allá.
LULI: Pues en los
tiempos que estamos, ¡ya podría
cambiarse ese lenguaje, ya!
MABEL: Habría que
cambiar las cabezas, no sólo el
lenguaje, cambiar la sociedad que lo
utiliza.
((Entra Tere))