EXTREMEÑOS CORDOBESES
¡Qué duro tuvo que ser
tener que dirse
d´aönde rumiaban sus sueños,
bajo´l sol, por las calles encalás
del pueblo´n el que nacieron,
onde jecharon raices
con un troncón rebusto
mamantao por el cholro de los senos
d´esas jembras trebajaoras,
jacendosas y jonrás,
como töas sus madres jueron,
y onde los padres castúos y con reaños
palraban asina como yo palro
con este jabla extremeño!
Jace ya d´esto que igo
argo más de cincuenta años,
que montones d´extremeños,
se jueron con el jato a cuestas
de sus pueblos, agilando,
p´a buscase´n otras partes
muchos mejores trebajos.
Unos jueron p´Alemania,
otros p´a Barcelona,
otros p´a Madrid,
y otros jueron p´a Bilbao,
qu´ora s´ice Pais Vasco.
Vusotros habís tenïo más suerte
porqu´estáis más cerquina d´Extremäura
-una mijina más p´abajo-
na más pasando unas curvas,
bajando´l Cerro Muriano,
onde jacíamos la mili
los extremeños d´antaño.
Y yo he venío muchas veces
a la jura de bandera
d´argunos bien allegaos:
d´un primo, tres amigos,
dos hermanos y un cuñao,
que cumplieron con la Patria
cuando jacían de soldaos.
Dend´entonces ya quëe
d´esta Córdoba enamorao
y m´encontré lo que vusotros
tamién sus habís encontrao:
mujeres morenas, güena gente,
el Rio Guadalquivir...
morumentos del pasao....
Yo sé que su historia es vieja
-porqu´aprendí cuand´iba
a l´escuela siendo un niño-
qu´a lo largo de los siglos,
los romanos, visigodos,
musulmanes y cristianos
queäron aquí sus vestigios:
La Mezquita, las Murallas
el Alcázar de los Reyes,
el Puente Romano,
y tamién el Arco´l Triunfo....
Y la Plaza e las Tendillas,
las Caballerizas Reales,
la Puerta´l Puente,
la Plaza e la Corredera,
y la Plaza e Capuchinos
con su Cristo e los Faroles...
Y la Sinagoga,
y la Posá del Potro,
y el Barrio e las Juderías
con el Callejón de las Flores.
Y el Palacio e la Mercé,
y el Palacio de Viana,
y la Casa e los Marqueses de Carpio,
y muchas iglesias santas,
que de tantas como hay
estaría tres días mentándolas.
Y, tamién, tuvieron aquí su nacencia
presonajes mu famosos
de las artes y las cencias...
¿Quién no ha escuchao palrá
de Averroes, de Guerrita, Juan de Mena,
de Góngora, Machaquito, Antonio Gala,
o de Lucio Anneo Séneca?
O...¿de Julio Romero de Torres,
El Gran Capitán, Manolete,
Lagartijo, El Cardenal Salazar,
Maimónides, o Juan de Mesa?
Pero ahí no queó la cosa
qu´aquí tamién se crió
Abderramán primero
de la Dinastía e los Omeyas,
que la jizo capital de Al-Ándalus,
consiguiendo tal grandeza
que dend´entonces se conoce
por los confines del mundo,
y en ca rincón de la tierra.
Qué suerte tenéis, paisanos,
por estar aquí
-d´Extremäura tan cerca-
en esta ciudá que güele
a jazmines, alhelíes y claveles
y azahar y madreselva,
cuando sus patios florecen
llegando la primavera.
¿Y cuando s´arrancan las flores
p´a jormá las cruces esas,
que durante´l mes de Mayo
adornan plazas y callejuelas
y que töa la gente riñe
p´a podé vení a veglas?
¿Que m´icís de Córdoba
cuando llega su Feria de mayo
con las corridas de toros
y la plaza bien repleta
p´a contemplá güenos toros
y toreros de primera?
Qué suerte tenís, tamién,
con la cocina cordobesa,
qu´es cuna del ajo blanco,
del salmorejo, del rabo de toro,
y del perol cordobés,
y de la olla cortijera.
¿Y esa carne de cordero
guisao con jigos y dátiles
y con miel y frutos secos,
que ca ves que yo la como
me rechupo jasta los deos?
Y... ¿qu´iciros del aceite?
y... ¿qué de los güenos vinos...?
¡Ay...esos Montilla-Moriles
que te ponen tirulato
si no los bebes fresquitos!
¡Cuántas cosinas más de Córdoba sus
diría
qu´ora mesmo no m´acuerdo...!
¡Ah...sí..! Entavía quea argo
drento de mi pensamiento:
Tamién l´icen la Dama d´Andalucía
y la Tierra e los Encuentros.
Ora que pienso un poquino,
y...¿porqué l´irán eso?
P´a mí porqu´enamora a la gente
como con vusotros a jecho,
embrujando a to´l que viene
y se quëa por mucho tiempo.
Y aquí habís entroncao
jechando raices nuevas
como en los tiempos pasaos
jicieron los romanos, visigodos,
musulmanes y cristianos
que d´esta Córdoba la llana
p´a siempre quëaron prendaos.
Aquí tenemos la prueba
de qu´esto qu´igo es cierto
porque sus habéis encontrao
profesores y enfermeras,
militares y ceviles,
y mëicos y maestros,
p´a jormá esta casa
de badajocenses y cacereños
onde jacéis toas las semanas
mu nostálgicos encuentros,
p´a recordá las cosinas
que queästeis, allí, en el pueblo,
y convivencias alegres
como la d´este momento.
Y ora ya no sé qu´iciros:
si extremeños cordobeses,
o cordobeses extremeños,
porqu´aquí tamién estáis
en una tierra d´ensueño,
qu´es lo mesmo que la nuestra
por su gente, sus olivos, sus encinas
y por lo más prencipal:
por el azul de su cielo.
José Carlos Risco Chamizo